Con una anticipación que hace
a su título «Diario de un genio»
superar la literatura para adentrarse en la verdad,
Salvador Dalí bromeaba con el nombre Piet de
Mondrian para hacerlo «nyet» (nada, en ruso)
por proximidad fonética y apuntar que sus obras
serían, en un futuro no muy lejano, obras cibernéticas
fruto de la facilidad mecánica con que opera
una computadora; de paso, ponía al expresionismo
abstracto de la escuela de Nueva York bajo la paternidad
de un cerdo. Pues bien, para contribuir a celebrar su
centenario traigo a estas páginas la obra alojada
en <
http://www.jimpunk.com>
tras la que tal vez se encuentre el francés David
Vincent.
Cuando a alguien le hablas de net.art, lo primero que
le viene a las mientes es la mano estirada sobre su
ratón y el dedo presto a hacer clic sobre un
enlace, como si de esa estupidez dependiese la substancia
de unas obras cuya interactividad no es necesaria, o
al menos no en el sentido banal de necesitar que sea
el golpe de botón el que configure una obra que
puede correr a toda pastilla ante tus ojos sin que tú
hagas nada, y por encima disfrutar de una pieza que
puede ser ejecutada con maestría.
Pongamos por caso <
http://www.jimpunk.com/-colorheXaequo.-/>,
donde a la nada mondrianesca se añade algo imposible
para su pintura, y cualquier otra, el movimiento, y
sin la coparticipación de nadie, como en el caso
de cualquier forma de arte preinternética, que
así sucede con la obra «colorheXaequo»,
en la que no sabes qué temer más, si el
rojo, el azul o el verde, porque corren por tu pantalla
a velocidad de vértigo (bueno, esto siempre que
la capacidad de tu conexión lo permita) al margen
por completo de tu voluntad. Me interesa mucho señalar
esta pieza porque discurre ante ti sin tu permiso; como
muchísimas de las cosas que suceden en internet
en las que tú no tienes la menor posibilidad
de actuar pero así lo crees si ofrece un enlace,
normalmente subrayado, o a tiro de piedra porque te
sale el icono de una manita o de una flechita que viene
a decir: pulsa, es tuyo. Una metáfora, de entre
las muchas establecidas, para creerte dueño de
las cosas, algo que en la inet, menos que en ningún
otro sitio, ocurre nunca. Tampoco en esta obra en la
que el color se adueña de tu pantalla para que
lo dejes ir por ella y disfrutes de unos ritmos que
el autor ha marcado; ritmos que nunca serán ejecutados
según la partitura original porque es esclava
de la capacidad de tu línea de conexión,
el tipo de navegador que estés empleando y un
montón de cosas más que constituyen la
misma esencia de las relaciones internéticas
cuando uno entra en ellas.
|
|
Conectados bajo unos patrones que no implican una comunicación
plena, y sí un control externo sobre tu posición
en el mundo, tus coordenadas de navegación, en
pocas palabras sobre tu ubicación espacio-temporal
en el momento en que accedes al infoespacio desde tu
ordenador, así estamos en la inet.
En esta primera obra de jimpunk a que me refiero se
nota su actitud apropiacionista en un sentido que me
interesa mucho, el de adueñarse de tu navegación,
en que dejas de ser el rector de tu navegador para caer
en sus manos. Pero, en un segundo sentido, también
podemos observar su cariz apropiacionista si atendemos
a una obra posterior, la última que está
desarrollando, y que se encuentra en su cuarta versión,
<
http://www.jimpunk.com/_____________2_____________/>.
En este caso lo dicho se comprende mejor porque realiza
una broma pesada, algunas de las pantallas que aparecen
te permiten “clicar” donde ves surgir el
icono de una manita (para ello el movimiento de tu puntero
sobre la pantalla debe ser constante para facilitar
su encuentro), sobre ciertos enlaces que te llevan a
otra pantalla, a la que también irías
a dar sin hacer nada, de modo que te encuentras con
la desazón de no saber muy bien si no llegas
a tiempo de encontrar el enlace que te permita el control
sobre el asunto o, simplemente, como ocurría
en la obra anterior, está todo fuera de tu control.
Sin embargo, ahora, las imágenes que te invaden
tienen distintos rangos que van de las ristras tipográficas
que simulan algún sentido simbólico o
semántico a imágenes que tienen toda la
pinta de proceder de la carpeta de archivos temporales
del ordenador del autor, rastro de los sitios visitados
durante sus navegaciones personales, pasando por imágenes
que dirías obra suya, todo ello en un popurrí
sin sentido que insiste sobre lo que ya apuntaba la
obra anterior. Nada de lo que pasa ante ti tiene sentido
ni eres dueño de tu navegador, como tampoco lo
son otros de las imágenes, y todo vomitado por
el suministrador de basura que es la inet, en el que
a veces sucede algo de lo que esperas, como cuando en
«_____________2_____________» aciertas con
el doble clic y te regala una imagen familiar. De lo
contrario, la manita se girará para arriba y
el índice que señala se transformará
en anular que te manda a paseo.
niloAtuv.es